
Los peligros que el cambio climático supone para la salud son de naturaleza diversa y mundial, y van desde el aumento del riesgo de fenómenos meteorológicos extremos hasta modificaciones de la dinámica de las enfermedades infecciosas. Muchas de las enfermedades más mortíferas son sensibles a las condiciones climáticas, de las que dependen su incidencia y propagación.
“Lo que hace daño es cambiar de temperatura abruptamente, sin cuidarse; no el clima frío, como normalmente se piensa.” Según el especialista, la mortalidad infantil por infecciones respiratorias alrededor del mundo no se concentra en países fríos. Al contrario, es precisamente en los más cálidos donde mueren más niños por esta causa. De lo anterior concluye: “Un menor puede nacer y crecer perfectamente bien tanto en Alaska como en el Sahara si sigue algunas recomendaciones fundamentales”, enfatiza.
La principal, de acuerdo con varios expertos, es protegerse nariz y boca al pasar de un ambiente cálido como la casa a uno frío, especialmente entre las cinco y siete de la mañana, momento en que muchos pequeños salen a esperar el transporte escolar enfrentándose al fenómeno de inversión térmica caracterizado por una reducción significativa de la temperatura. Esta realidad afecta particularmente a los niños menores de 7 años, debido a que suelen tener una respiración más bucal que nasal, lo cual los hace más vulnerables a los cambios de clima.
Durante las temporadas de lluvia, lo que más influye en el deterioro de su salud es el aumento en la circulación de virus respiratorios y contaminantes finos en el aire. De igual forma, dado que las personas tienden a aglomerarse con mayor frecuencia para resguardarse del agua, se incrementa la posibilidad de transmisión de persona a persona.